Mi jardín de noviembre
que soñaba rosas amarillas,
mi esqueleto de junco sobre el río
mis cartas de cristal.
Las calles, las tristes calles
que rezumaban olvido.
La noche llena de estrellas altas
con olor a jazmines recién cortados.
Mi piel palpitando como una hoja
que se desgrana a pasos lentos.
Los pasillos de mi alma
tocados por una luna rota de terciopelo.
Mis manos sonámbulas tañendo agua.
…Nadie me dijo nada…
Sola me enfrentaba con las lámparas
con los pianos y las cuerdas,
con las mudas notas y con aquella humedad sorda
que olía a soledad,
tan obtusa y tan negra,
que ni la blancura de un cisne iluminaba.
Navegaba hacia la aurora
perdida en el mar con un solo remo
-y me encontré con tus ojos-
-y con tu nombre en mi boca-
llenando de sonidos los abismos
-lejana coraza herida mi corazón diminuto-
-Un ala rota es mi equipaje, te dije-
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